Han sido más de 40 años meteóricos, llenos de apredizajes, aciertos y errores, crecimiento y estancamiento. La espiral de la vida al parecer ha llegado a su cúspide, sí, eso que muchos llaman «curva de aprendizaje» ha sido más que suficiente.
Lo aprendido, aprendido está. ¿Qué sigue entonces? Pues muchas preguntas se desprenden de esta pregunta. La felicidad plena no es algo que haya alcanzado aún, lo sé porque llegué a entender cómo encontrarla. No es el dinero, no es la posición en la escala social y mucho menos tener esa recompensa inmediata con lo material.
Muchos no entendemos lo que es alcanzar a pleno la felicidad hasta que detenemos el paso y dejamos que el mundo siga avanzando. Esto no significa abandonar el mundo ni desentenderse del entorno. Es la clave para observar todo el panorama.
Es aquí donde comprendí dónde estaba la felicidad, dejé de perseguirla para adoptarla. ¿Cómo? Aceptando la verdad de mi realidad. Porque no tienes que comprar cosas para sentirte feliz; claro, muchos prefieren llorar sus penas en un Ferrari, pero eso no es alcanzar la felicidad.
Entender el vértigo de la vida a mitad de ella (o al menos eso creo de mi existencia, con la esperanza de otros 40 años productivos), nos lleva a contemplar dónde sí podemos depositar la energía que ahora se va consumiendo poco a poco.
Por lo tanto, la felicidad es el momento que has construido hasta este minuto. Pero, llegar a ese momento no sucede en la juventud, pues surge con años de experiencias, de cometer errores, de atreverse a fallar en cada paso.
Así, el éxito se alcanza unas pocas veces, con la satisfacción de haberlo conquistado por sí mismos, con las propias manos, con el sudor de la frente. Y es entonces, que te detienes a contemplar lo hecho por ti mismo y aligeras el paso.
Aquí lo importante es no construir el éxito con base en los otros, ni en el qué dirán, sino hacer el camino propio al andar. Porque el éxito es individual, aunque a veces haya colectividad, para llegar a ser exitoso en equipo, primero se tuvo que caminar y experimentar solo.
¿He alcanzado la felicidad? La respuesta viene de cada uno, pero en mi caso, lo material deja de causar distracciones; luego, soltar todo aquello que llevaba cargando en la espalda (deudas, culpa y sentimientos), hasta encontrar la estabilidad mental que necesito para ser feliz.
Porque soltar todo aquello que no nos ayuda a crecer mentalmente, así como estar económicamente bien (lo que significa tener ingresos y que tu vida corresponda con ello, sin gastar más de lo que tienes, pero siempre aspirando a más, por supuesto) y muy importante: cuidar tu cuerpo que es tu templo.
En este último punto, me detengo y pienso en que somos reflejo de nuestra verdad y una realidad que no puede esconderse. Pocos son los que realmente cuidan su cuerpo y a pesar de ello al verse en el espejo no encuentran la plenitud. No por los músculos, sino por la falta de algún elemento que ya mencioné y desequilibra la balanza: mala economía o no enfocarse en su propósito de vida.
No basta con hacer dietas, tampoco con el extremo de comer en abundancia, sino encontrar la manera en balancear todo esto en beneficio del único bien que poseemos desde el primer y hasta el último día en nuestras vidas: nuestro cuerpo.
Cuando la economía se centra, se construye con aspiración e inspiración, y casi al mismo tiempo el cuerpo se erige como un templo sagrado. Y con estas dos «preocupaciones» menos, la mentalidad y el enfoque nos permiten desarrollar nuestros talentos y nuestro propósito en esta vida.
A partir de la construcción propia de nuestra mente, cuerpo y economía, es que podemos proyectar inspiración en los demás. No esperemos a que alguien nos digas qué hacer o que nos siga el paso, eso puede retrasar tus propósitos.
Siempre piensa en ti, eso me ha ayudado últimamente, soltando los lastres, alejándome de la gente que no me aporta nada y aceptando la realidad de la verdad de las cosas que puedo cambiar y las que no puedo cambiar.
Una vez entendido esto, los pasos son más sencillos de dar, el cuerpo toma forma, la abundancia llega y el enfoque mental nos impulsa a ser mejores.
Así lo entiendo yo en este camino de felicidad, con una inspiración estoica, ¿y ustedes?


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